Una de las cosas que se repiten y que creo que es de gran importancia cuando hago talleres o cuando estoy en un proyecto, es el hecho de sacar las ideas, ilustrarlas, cambiarlas y volver a sacar más ideas. Es de las partes del trabajo que más me gustan, pero que realizadas de manera ineficiente afectan a la capacidad y volumen de nuestra creatividad. Os dejo tres puntos que pueden afectarnos negativamente cuando estamos en un proceso de creatividad.
1-. Delimitar bien el problema:
Parece una tontería pero hay mucha gente que no delimita bien los problemas, y eso afecta tremendamente a nuestra capacidad de originar ideas.
1.1 Delimitar un problema con una primera solución: Eso ocurre mucho. Pongamos que siempre encontramos los baños sucios, y que por tanto queremos que la gente los mantenga más limpios. Un error aquí sería delimitar el problema a «La gente no usa suficientemente la escobilla». Usar la escobilla es una de las posibles soluciones para mantener los baños limpios, pero hay muchas más que no involucran solo esa zona en particular, y todas las ideas que van a venir de ese «problema» (en realidad, solución) delimitan la capacidad y creatividad, haciendo que todo el mundo se centre en la taza y no el baño en general.
1.2 El problema no tiene porqué ser una negación: A veces nos ocurre que pensamos que la definición de un problema tiene que tener un «no» («no usa», «no hace»…), pero eso es parte de las restricciones que hemos visto anteriormente. Si estamos con un «no usa» es que seguramente tenemos en mente un trasto o cosa en particular que no se usa, pero ¿qué hay de los otros factores que pueden estar haciendo que «no usen»? Si delimitamos el problema a un objeto o rutina particular, no podremos ver en qué otras cosas podremos afectar positivamente al usuario para que hagan lo que queremos o lo que se supone que tienen que hacer.
2-. No tener objetivos claros.
Al igual que el problema, hay que tener unos objetivos muy claros a resolver. Puede que solamente sea uno, pero debe ser efectivo y realizable. Para elegir bien los objetivos, es importante priorizar y especificar. No me vale un «aumentar las ventas», pero si me vale «aumentar la cantidad de base de clientes», «aumentar la frecuencia de interactuación del cliente con nosotros» o «mejorar el aprendizaje del cliente de nuestros servicios». Todos los anteriores pueden traducirse en ventas, pero son objetivos claros, el primero es un objetivo muy vago.
3-. Mi idea no es muy buena… Mejor no la digo
Uno de mis mayores errores (al principio!). Todas las ideas son buenas, por locas que parezcan. Siempre pueden inspirar a otros, si es una sesión conjunta, es importante que todos los participantes puedan exprimirse y decir lo primero que se les viene a la cabeza, pues igual lo que a mi me parece una tontería irrealizable, a otro le inspira otra idea que hace que a un tercer le inspire cómo realizarla a nivel de costes. Todos pensamos diferente y desde diferentes puntos de vista, lo que para nosotros puede parecer una tontería, para otros puede ser muy enriquecedor.